“Ulises pasabas los días sentado en las rocas, a la orilla del mar, consumiéndose a fuerza de llanto, suspiros y penas, fijando sus ojos en el mar estéril, llorando incansablemente …” (Odisea, canto V, 150).
El Síndrome de Ulises toma su nombre del héroe de la mitología griega que Homero recrea en la Odisea. Un semidiós que debe afrontar múltiples peligros lejos de los suyos, y que, pese a su condición, padece enormemente. Hoy, el síndrome de Ulises es conocido como el Síndrome de estrés crónico y múltiple, un fuerte malestar emocional que viven las personas que han tenido que dejar atrás el mundo que conocían en situaciones extremas, un cuadro psicológico que sufren millones de personas en el mundo.
“preguntas cíclope cómo me llamo … voy a decírtelo. Mi nombre es Nadie y Nadie me llaman todos …” (Odisea, canto IX, 360).
Aunque en muchos casos la migración puede suponer mas una solución que un problema, nunca es un proceso fácil. En la vida de quien emigra todo cambia de golpe, y el cambio es mayor cuanto más lejos vaya. No solo deja atrás a los amigos o a la familia, también el paisaje, los olores, la lengua, las costumbres. Y, como consecuencia de ello, la migración transforma la propia identidad.
El Síndrome de Ulises, además, va más allá del duelo migratorio clásico. Tiene poco que ver con la estampa prototípica de la emigración de nuestros antepasados, con hombres y mujeres diciendo adiós con la mano desde la borda de grandes transatlánticos. Y está estrechamente relacionado con las condiciones extremas en las que viajan y viven muchos migrantes del siglo XXI, y su soledad.
“Si para sobrevivir se ha de ser nadie, se ha de ser permanentemente invisible, no habrá identidad ni integración social y tampoco puede haber salud mental.”
Bajo ciertas circunstancias, las personas más marginadas por su nuevo contexto social corren el riesgo de padecer trastornos emocionales y psíquicos de diversa índole y de magnitud variable. Entre los grupos minoritarios de Estados Unidos (EE.UU.) se ha observado la aparición de estrés “aculturativo” e insatisfacción, particularmente con respecto al ambiente de residencia. Ambos fenómenos pueden asociarse a niveles considerables de ansiedad, fatiga y depresión.
Por otra parte, esta vulnerabilidad se puede manifestar en el uso problemático de sustancias como alcohol, drogas, exacerbando existentes desequilibrios psíquicos. Altos niveles de estrés con duelos crónicos recurrentes y no resueltos, como el constante sentimiento de fracaso, la sensación de soledad, de aislamiento social y, el miedo a ser deportado.
El término, Síndrome de Ulises, fue acuñado por el psiquiatra Joseba Achotegui.
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